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Artículo 11 noviembre 2025

Formular productos de cuidado e higiene para animales

El mercado del cuidado de mascotas está en pleno auge, al igual que el de los productos cosméticos para animales. Es una oportunidad atractiva, especialmente porque, en apariencia, la falta de un marco regulatorio específico hace que formular productos para animales parezca algo sencillo. Sin embargo, esto está muy lejos de ser cierto, ya sea en términos de cumplimiento normativo (sí, existe un marco regulatorio que debe respetarse), de la diversidad de las especies destinatarias o de la seguridad del animal… ¡y de la persona que aplica el producto!

Introducción

¿Cosméticos para animales? Aunque el tema pueda parecer curioso, se trata de un mercado en pleno desarrollo. En Estados Unidos, el sector del cuidado de mascotas representa un mercado que va desde decenas hasta cientos de miles de millones de dólares (según lo que se incluya). Esta tendencia de productos de cuidado para animales también se extiende a Europa, el tercer mercado más grande del mundo. Por lo tanto, es tentador invertir en este ámbito y formular productos para animales. Pero, ¿es realmente tan sencillo?

Comprender el marco regulatorio de los “cosméticos” para animales

Antes de abordar las especificidades de la formulación para animales, es esencial analizar el marco regulatorio de los productos de cuidado e higiene animal. Este marco ya influye en la terminología que debe utilizarse: según el Reglamento (CE) n.º 1223/2009, un producto cosmético está destinado a aplicarse sobre la piel humana… Por lo tanto, el término “cosméticos para animales” es incorrecto; es preferible hablar de “productos de cuidado e higiene para animales”.

Los productos de cuidado e higiene para animales no cuentan con una regulación sectorial específica en Europa (por lo tanto, no existe una definición oficial); se trata de una zona gris. Esto no significa que no haya ningún marco normativo. Puede parecer intuitivo remitirse al marco de los cosméticos humanos, pero no es lo recomendable. Tomemos el caso de los conservantes: para un producto de cuidado animal, es incorrecto referirse al Anexo V del Reglamento de Cosméticos. Debe consultarse el Reglamento de Productos Biocidas (UE) 528/2012 (tipo de producto 6).

La función del producto, así como su composición, pueden influir en su estatus regulatorio y hacer que se integre en una regulación sectorial existente:

  • dentro del ámbito de los biocidas, por ejemplo, un repelente de insectos;
  • dentro del ámbito de los medicamentos veterinarios, como un champú terapéutico para tratar una afección cutánea.

Cuando un producto no entra en esas categorías, aún debe cumplir con las regulaciones transversales: Reglamento REACH y Reglamento CLP sobre sustancias químicas, Reglamento de Biocidas si corresponde, y Reglamento sobre la seguridad general de los productos (Reglamento (UE) 2019/1020). En el caso de los productos perfumados, puede cuestionarse la pertinencia de las normas de la Asociación Internacional de Fragancias (IFRA), ya que estas se refieren a la seguridad humana, lo que plantea la duda sobre su adecuación para la piel animal. Porque formular productos de cuidado para animales no es formular para pequeños (o grandes) humanos peludos.

Para más información sobre los aspectos de formulación y regulación en el cuidado de animales, consulte por ejemplo Formulating Pet Care Products. Happi.

Conocer las necesidades del público objetivo

Lo que distingue a los productos de cuidado e higiene para animales es la gran variedad de especies objetivo. Perros, gatos o incluso caballos (en orden de importancia dentro del mercado de productos de cuidado), cada especie tiene sus propias particularidades: pH de la piel, secreciones, tipo y densidad del pelo. También hay que tener en cuenta la diversidad de razas dentro de una misma especie: ¡en el caso de los perros existen más de 400 razas! Desde un San Bernardo hasta un Perro Crestado Chino, las necesidades no serán las mismas.

La piel de los animales domésticos, protegida por el pelaje, suele ser más sensible que la piel humana, que ha evolucionado para resistir el entorno a pesar de la falta de cobertura pilosa. La piel del perro, por ejemplo, puede ser tan delicada como la de un bebé. Es más propensa a la deshidratación, y su pH, más alcalino que el de los humanos (aproximadamente 7,5 frente a 5,5), la predispone a infecciones cutáneas en caso de desequilibrio. Por ello, es necesario adaptar el pH y favorecer bases limpiadoras suaves, así como fórmulas más cortas y simples.

La sensorialidad tampoco debe descuidarse, pero hay que tener presentes otros criterios como la facilidad de enjuague. Este aspecto es crucial en los productos de limpieza. Para los animales domésticos, se trata tanto de su comodidad (reducir el tiempo de aclarado) como de seguridad, para evitar irritaciones cutáneas o ingestión por lamido en caso de mal enjuague. En animales grandes como los caballos, también es un gesto medioambiental, ya que el volumen de espuma y la cantidad de agua utilizada son mucho mayores que para un perro pequeño.

El perfume es otro punto importante, ya que la sensibilidad olfativa de los animales, especialmente la de los perros, es mucho más desarrollada que la nuestra. Un aroma demasiado intenso puede molestar al animal o incluso interferir en su comunicación con otros, al alterar su identidad olfativa. Algunos olores, aunque agradables para los propietarios, no lo son para los animales. Los perros y gatos, por ejemplo, no suelen tolerar las fragancias cítricas, que incluso resultan repulsivas para ellos. Es posible evaluar las composiciones aromáticas para asegurarse de que sean adecuadas para el público objetivo.

Los productos de cuidado e higiene para animales siguen las mismas tendencias que la cosmética humana, y a veces resulta tentador incorporar ingredientes “de moda”. Sin embargo, es importante verificar la eficacia demostrada en animales y no copiar fórmulas cosméticas con ingredientes que no aportan beneficios reales en un producto destinado al cuidado animal. Algunos proveedores de materias primas han comenzado a realizar ensayos específicos, por ejemplo, sobre epidermis canina reconstruida. National Veterinary Services+1

Tener en cuenta una doble restricción: animal y humana

En comparación con la cosmética “humana”, los productos de cuidado e higiene para animales presentan otra particularidad: el receptor del producto no es de la misma especie que quien lo aplica. Por lo tanto, aunque para el animal el Reglamento REACH establece la lista de sustancias autorizadas para la formulación, sigue siendo relevante tener en cuenta las restricciones y prohibiciones aplicables a la cosmética humana.

Aunque no existe la obligación de elaborar un informe completo de seguridad del producto, se recomienda realizar una evaluación de seguridad de la fórmula para garantizar la seguridad del propietario del animal, especialmente si se trata de un producto de uso profesional (peluqueros, criadores, etc.).

En el caso del animal, la falta de datos toxicológicos específicos para ciertas especies (y razas) puede complicar esta evaluación. Es necesario considerar las particularidades cutáneas y metabólicas de los animales, y realizar un análisis de riesgo, incluso para ingredientes bien conocidos en cosmética humana y considerados seguros para las personas. El riesgo de ingestión (por lamido) también debe tenerse en cuenta.

Los gatos, por ejemplo, metabolizan ciertas sustancias de manera diferente, lo que puede volverlas tóxicas para ellos, como ocurre con algunos aceites esenciales o el cloruro de benzalconio. Otras sustancias que pueden representar un riesgo para los animales incluyen: algunos extractos botánicos que atraen insectos (fresa, plátano), glicoles, ácido benzoico, alcohol bencílico, teobromina, ácidos orgánicos y lauril sulfato de sodio.

Los alérgenos reconocidos para la especie objetivo también pueden diferir de la lista de alérgenos de etiquetado obligatorio en cosmética humana, y deben considerarse igualmente importantes para evitar la exposición tanto del animal como del propietario.

En resumen:

  • El propietario también forma parte de la ecuación de seguridad.
  • Deben tenerse en cuenta los datos específicos de la especie, la raza y la piel del animal.
  • El riesgo de ingestión y el metabolismo entre especies son factores clave.

Conclusión

Incluso sin un marco regulatorio sectorial específico, formular productos de cuidado e higiene para animales resulta ser más complejo que hacerlo para humanos. La ausencia de una regulación específica no significa ausencia de obligaciones: los productos deben cumplir con las normativas transversales vigentes. Además, las especies destinatarias son diversas, cada una con sus propias necesidades, tanto en lo que respecta a los requisitos como a la evaluación de la seguridad de la fórmula. Más allá de la doble exigencia de seguridad para el animal y para el humano que manipula el producto, es necesario ofrecer una fórmula coherente con las necesidades del animal, pero que también satisfaga al propietario. Este equilibrio, a veces delicado, debe dar prioridad al bienestar del animal, sin caer en excesos puramente orientados al marketing.

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